Puerto Natales

Puerto Natales

lunes, 14 de enero de 2013

Torres del Paine. Rumbo al Norte, rumbo al Sur.




Cuando escribo estas líneas, estoy en el avión que me lleva de regreso a España, a mi tierra. Extrañamente en vez de tomar el camino más corto, se aleja hacia la costa chilena y sobrevuela el Pacífico como intentando que me despida del océano y me permite fotografiar la piscina más grande del mundo, de un kilómetro de longitud.


Algarrobo. A la izquierda se puede ver las piscina más grande del mundo

Pero en realidad, mi mente está ahora en el Sur y en el viaje que realicé a conocer La Patagonia. Debe su nombre esta región a la de sus pobladores primitivos, llamados patagones por su estatura y sus grandes pies.

En vuelo nocturno aterricé en Punta Arenas, después de tres horas y media de viaje desde Santiago. Es la capital de la provincia de Última Esperanza, nombre que la leyenda atribuye a un explorador en su último intento de encontrarla la salida del Estrecho de Magallanes y sus laberínticos canales. La ciudad se asoma a él y se divisa la vecina isla de Tierra del Fuego. Es un lugar de tranquilas aguas que ahorra el paso por el Cabo de Hornos y sus temibles tormentas. 


Puerto Natales

Aunque el agua es relativamente calma en el estrecho, el viento castiga toda la provincia y es raro el día en que no arrecia. Si viajáis allí, contad con que los aviones sólo pueden despegar si el viento es inferior a 115 kilómetros por hora y esa circunstancia puede trastocar algún plan de enlaces aéreos.





Sin dormir, pero con infinitas ganas de empezar la aventura, salí en autobús con destino a Puerto Natales, una pequeña ciudad a 250 km. al norte de Punta Arenas y que sirve como base para conocer el Campo de Hielo Sur, la tercera reserva de agua dulce del planeta, después de la Antártida y Groenlandia. Antaño puerto referente del paso al Pacífico desde Europa, la construcción del Canal de Panamá lo sumió en una depresión que sólo mitigan ahora las explotaciones petrolíferas, la ganadería y la actividad turística.

Laguna Amarga

Al contemplar los paisajes de esta tierra Charles Darwin escribió: “Al evocar imágenes del pasado, frecuentemente cruzan ante mis ojos las planicies de la Patagonia. Entonces, ¿por qué esas áridas extensiones se han aferrado a mi memoria con tanta firmeza?”.


Valle del Francés

Hoy mi destino era el Parque Nacional Torres del Paine, la foto que se convirtió en portada de este blog. Ya según se acerca uno a Puerto Natales, se empieza a intuir la inmensa belleza de las montañas que lo circundan. Se las divisa allá a lo lejos entre el laberinto de fiordos y canales que forman el paisaje.

Cuernos del Paine

El recorrido de aproximación al parque comienza en el lago Sarmiento, uno de los que nos iremos encontrando a lo largo del recorrido, cada cual con un color más increíble.



En Laguna Amarga, descubro otras gamas de azules, y me sorprende ver a los guanacos y los flamencos conviviendo en un lugar tan inhóspito como paradisiaco.



Contemplar el macizo del Paine de cerca es una visión emocionante. Desde la altura a la que lo miras, se yerguen 2.500 metros de desnivel de montañas agrestes de colores imposibles que nunca había conocido.


Para mis amigos de Riaño, desde el pueblo al Yordas, hay 1.000 metros de desnivel, y lo otro más impresionante que había visto, en Ordesa, la diferencia de cotas entre la llanura y los picos circundantes, a duras penas alcanza los 1.500 metros. No alcanzo a juntar palabras para describir la emoción que sentí. Paraíso de montañeros y escaladores, me debo a mi mismo el hacer algún día el recorrido de la “W” durante una semana, para conocer realmente este lugar.


El recorrido termina en el lago Grey, desembocadura del glaciar del mismo nombre y que está salpicado de bloques de hielo desprendidos de su lengua a modo de gigantes piedras heladas de un gin-tonic servido para los titanes que reinan aquí.





Pero el viaje por La Patagonia sólo había comenzado. Cuatro horas de sueño y parto para Argentina. Me espera el glaciar más conocido del planeta.