Otra de las facetas que más me gustan de los chilenos
es su sentido del humor. El otro día conversábamos sobre el papel de la mujer
en la sociedad española y salió el que desempeñó en el ejército español Agustina de
Aragón. Una persona de las que estaba escuchando comentó con ironía: ¡Bendito
Napoleón! En un primer momento me quedé un tanto descolocado toda vez que
estábamos hablando de una guerra en la que murieron centenares de miles de españoles, pero
rápidamente me di cuenta del razonamiento.
Uno de los detonantes de la
independencia de Chile fue precisamente la Guerra de Independencia española
contra los franceses. Una buena parte del imperio americano, por no decir la
totalidad, se independizó en el período de que va de 1810 a 1814, de manera que
más allá de 1826 apenas quedaron como colonias Cuba, Santo Domingo y Puerto
Rico. Esta es una buena forma de verificar cómo una noticia terriblemente
negativa, se ve por otro observador como una auténtica liberación. Con motivo
de ello celebran este 18 de septiembre las Fiestas Patrias en la que se
conmemora la primera junta nacional de gobierno de Chile, que en realidad fue
una forma de mantener la soberanía de Fernando VII mientras permanecía
encarcelado por los Bonaparte. Pero le cogieron el gustillo y ese comienzo se
convirtió en el germen del nacimiento de la nación chilena.
Me encanta como viven la identidad patria los
chilenos. Celebraron hace un par de años los doscientos de independencia del
reino de España, y me dicen que eso ha contribuido a una identidad más fuerte
como nación. Otros acontecimientos que pueden contribuir a ello en los últimos veinte años son el regreso de
la democracia, el accidente subterráneo de los mineros chilenos, la pujanza
económica, no lo se, no tengo conocimiento para dar una opinión, lo dejo ahí.
Desde que estoy aquí si he conocido a través de la televisión protestas de los
indígenas mapuches por su independencia y por el trato que les dan los
carabineros en sus zonas de origen, pero no tengo una idea formada sobre el
asunto.
Sin muchas complicaciones los chilenos se dedican
estos días a comer carne, por supuesto, en múltiples variedades todas
deliciosas: desde el humilde choripán (que acertaréis imaginando en qué consiste), al sabroso anticucho (similar a nuestros pinchos morunos) o un lomo
a lo pobre, cordero al palo, empanadas (deliciosas, me recuerdan a las que hacía mi
abuela asturiana) y tantas otras cosas integrantes del paraíso del carnívoro.
En todo ello no puede faltar la bandera nacional.
Presente por todas partes. Hoy me he enterado que es obligatorio presentarla en
las viviendas en esta fecha: si es un bloque de viviendas, una para todos. Si vivienda
individual, una cada una. Es el primer año que aplica esta ley y se duda mucho
de que los carabineros se dediquen este día a poner multas por este tema. Pero
se advierte que, a pesar de la obligación, el sentimiento patrio está presente.
Si hablas con un chileno y le transmites lo que te gusta del país, se le
ilumina la cara, lo vive, le gusta y lo agradece.
Sólo hay que ir a donde se celebran estas fiestas. Se
enorgullecen de todo lo que tienen. Su escudo, su bandera, su flor nacional el
copihue, sus caballos de pura raza chilena, sus asados, en fin todo lo que entienden
que representa al país.
El comentario anterior no quiere decir que este sea un país idílico, porque al día siguiente del fin de las Fiestas Patrias los políticos andan a la greña como en todas partes y discuten sin parar. Chile tiene un 5% de tasa de paro y crece a esa misma ratio y su proporción de endeudamiento sobre PIB es del ¡7,5%! El país necesita duplicar de ahora al 2020 su producción de energía eléctrica y las trabas de la legislación medioambiental lo va a hacer extremadamente difícil. Depende en exceso de los hidrocarburos y el alto tribunal acaba de parar el proyecto de una gran central de producción hidroeléctrica. ¿Progreso o ecología? ¿Son compatibles? Me asustan mucho los resultados de las estadísticas de las temperaturas que se publican al final del verano boreal. Esto lo dice alguien que siente que ha pagado un precio muy alto por el progreso pero que cree que no se puede detener el afán del hombre por crecer, pero que a la vez está convencido que podemos y tenemos la obligación de hacerlo al menor coste para el planeta, que es sinónimo egoista de decir, para nosotros y nuestros hijos.
Pantano de Riaño, León, España. Aprovechamiento energético y regadío. Sirvió también para obligar a emigrar a miles de habitantes de los pueblos inundados. Bajo esas aguas descansan mis antepasados y muchos recuerdos.
P.D. Esta entrada va dedicada a mi sobrina Aitana que
nació el 18 de septiembre de 2012 mientras su tío estaba en el otro extremo del
planeta, con el profundo deseo que le pueda decir a sus nietos que les deja el planeta
mejor que cuando lo recibió.