Puerto Natales

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sábado, 28 de febrero de 2015

El maravilloso viaje de Charles Darwin a través de Chile

¿Sabías que más de la mitad del viaje de Darwin alrededor del mundo lo pasó en Chile?

¿Que con lo que Darwin vivió en Chile escribió un libro que cambió el mundo?




“Al evocar imágenes del pasado, frecuentemente cruzan ante mis ojos las planicies de la Patagonia. Entonces, ¿por qué esas áridas extensiones se han aferrado a mi memoria con tanta firmeza?”.
  
Charles Darwin (1809-1882) es uno de los principales científicos de la historia. A él le debemos un libro que cambió una idea que había acompañado al hombre desde la edad antigua: que el ser humano era muy especial y provenía, poco menos, que de los dioses. En realidad su teoría nos hizo aterrizar de una innata soberbia para ponernos delante nuestro humilde origen, desde el primigenio protozoo a nuestros parientes más próximos, los primates.




Con apenas 22 años partió de Inglaterra en el navío llamado Beagle para dar la vuelta al mundo es un proceso de estudio que culminó con la publicación a sus 50 años de “El origen de las especies”. En su viaje de casi 5 años a través del mundo, pasó 28 meses en lo que es ahora Chile. A fines de 1832 los viajeros llegaron a Tierra del Fuego, donde permanecieron dos meses y medio efectuando detenidas observaciones geológicas, botánicas, zoológicas y antropológicas.

Una acuarela del dibujante de a bordo, Conrad Martens. Pintada durante la estancia en Tierra del Fuego, representa al HMS Beagle recibido por los nativos fueguinos.



“Esa confusa masa de árboles en buen estado y de árboles muertos recuerda las selvas tropicales y, sin embargo, hay una profunda diferencia: en estas triste soledades que visito actualmente, la muerte en vez de la vida parece reinar como soberana”.



Luego atravesaron el Estrecho de Magallanes para recorrer los canales australes y el litoral chileno, hasta arribar a Valparaíso en julio de 1834.



“Los canales revisten matices tan sombríos que parecen conducir fuera de los límites de este mundo”.



Desde ese puerto los científicos emprendieron varias expediciones por la zona central de Chile y en noviembre zarparon hacia el sur para recorrer Chiloé, las islas Guaitecas y el archipiélago de Chonos.

“¡Qué admirable país para recorrerlo a pie! ¡Qué espléndidas flores! Como en todos los países secos, hasta los zarzales son particularmente olorosos”.

Después de su travesía austral y camino a Santiago, Darwin visitó las provincias de Osorno y Valdivia, donde fue testigo de un violento terremoto. De vuelta en la capital, en marzo de 1835, emprendió un breve viaje a Mendoza y luego se trasladó a los distritos de Coquimbo, Huasco y Copiapó.



“En esos valles se cultiva mucho trigo y maíz; sin embargo, el principal alimento de los campesinos es una especie de haba (los deliciosos porotos). Los vergeles producen melocotones, higos y uvas en gran abundancia. Con todas esas ventajas, los habitantes del país debieran disfrutar de más prosperidad de la que realmente disfrutan”.


En julio abandonó el puerto chileno de Caldera para recorrer las costas peruanas, ecuatorianas y las Islas Galápagos, completando su expedición en octubre de 1835.


De su estancia en Chile nos queda el nombre de alguno de los parajes más hermosos de Chile como la cordillera y el monte Darwin en la isla de Tierra del Fuego o ese paraje maravilloso que se disputan los dos vecinos, que es el monte Fitz-Roy, apellido ilustre del capitán del Beagle.


Algunas de las citas entre comillas son del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo, escrito por Darwin. (Librería El Ateneo, Buenos Aires, 1942).
Fotos de Markus Renner de su libro "Patagonia"